"13.15. Todos los tripulantes de los compartimientos sexto, séptimo y
octavo pasaron al noveno. Hay 23 personas aquí. Tomamos esta decisión
como consecuencia del accidente. Ninguno de nosotros puede subir a la
superficie. Escribo a ciegas".
Estas palabras, escritas por un oficial del Kursk
*
en un pedazo de papel, tienen la turbadora exactitud que pedimos a un
texto literario. El autor está rodeado de bocas que exhalan un pánico
que ni siquiera nombra. Él mismo debe de encontrarse al borde de la
desesperación, pero no tiene tiempo ni papel para recrearse en la
suerte. Ha de hacer, pues, una selección rigurosa de los materiales
narrativos, y el resultado es esa obra maestra en la que, sin embargo,
sólo cuenta aquello a lo que se puede asignar un número: la hora y la
cantidad de hombres. En situaciones extremas, la literatura sale a
presión, como por la grieta de una tubería reventada. El documento del
oficial del Kursk es bueno porque es necesario. Mientras la muerte
trepaba por sus piernas, ese hombre se entregó con fría vehemencia a la
literatura. Y de qué modo.
Naturalmente, lo que no dice
ocupa más de lo que dice, pero lo ausente ha de aportarlo el lector,
que es tan responsable de lo que lee como el escritor de lo que escribe.
Sería absurdo comenzar una novela afirmando de un frutero que es
bípedo. El lector tiene la obligación de saber que lo fruteros son
bípedos y que están dotados de cuatro extremidades con cinco dedos en
cada una de ellas. Sin estos sobreentendidos primordiales, la escritura
resultaría imposible.

Lo
curioso es que un billete con cuatro líneas aparecido en el bolsillo de
un cadáver responda de súbito a la vieja pregunta de para qué sirve la
literatura. Sirve para contarlo. Todos aquellos que aspiran a escribir
deberían recitar el texto del Kursk como una oración. Ser escritor, al
menos cierto tipo de escritor, significa vivir rodeado de pánico
percibiendo a tu alrededor bultos que pasan de un compartimiento a otro
con los calcetines mojados. Y tú eres uno de esos bultos: aquel que, por
encima o por debajo del miedo, está poseído por la necesidad de
contarlo, aunque las posibilidades de que alguien lo lea sean muy
escasas. Escribo a ciegas.
______
* El K-141
Kursk fue un submarino nuclear de la armada rusa que, debido a un accidente, naufragó en el mar de Barents, el 12 de agosto de 2000. Pese a los intentos de rescate
realizados por equipos británicos y noruegos, todos los marineros y oficiales a
bordo del Kursk fallecieron.
(Juan José Millás: Articuentos completos.
Seix Barral, Barcelona, 2011)